La enfermedad arterial periférica (EAP) ocurre cuando las arterias que suministran sangre a las piernas se estrechan, generalmente a causa de la arteriosclerosis. Esto reduce el flujo sanguíneo hacia las piernas, causando dolor al caminar, especialmente en las pantorrillas. Este dolor normalmente cesa al detenerse, lo que se conoce como claudicación intermitente.
Hay varios factores de riesgo que pueden incrementar las posibilidades de desarrollar EAP, y es crucial prevenir y tratar estos factores tempranamente para evitar complicaciones serias. Se recomiendan ciertas medidas para controlar y reducir los riesgos asociados al consumo de tabaco y alcohol.
Anualmente, 3,3 millones de personas fallecen mundialmente debido al uso perjudicial del alcohol, el cual puede causar depresión, aumento de la presión arterial, daño hepático severo, aislamiento social, mayor riesgo de suicidio, hemorragias cerebrales, derrames, atrofia cerebral, muerte súbita, deterioro de las arterias de las piernas y enfermedades cardíacas como arritmias y miocardiopatías.
El tabaquismo es la principal causa evitable de muerte y enfermedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica el tabaquismo como una enfermedad crónica adictiva. El tabaco puede matar hasta la mitad de sus usuarios y cuadruplica el riesgo de EAP. Además, el tabaquismo y la diabetes son los dos factores de riesgo más significativos para esta enfermedad.
El número de paquetes de cigarrillos consumidos al año está relacionado con una mayor gravedad de la EAP, un incremento en el riesgo de amputación, un mayor riesgo de fracaso en cirugías de revascularización y un aumento en la mortalidad general.
Al dejar de fumar, la presión arterial, el ritmo cardíaco y la temperatura de manos y pies se normalizan en 20 minutos. En 8 horas, disminuyen los niveles de monóxido de carbono y se normaliza el oxígeno en la sangre. En 24 horas, se reduce el riesgo de un ataque cardíaco repentino. En 48 horas, se empieza a recuperar el sentido del olfato y del gusto. De 2 semanas a 3 meses, mejoran la circulación y la función pulmonar y las heridas cicatrizan más rápido. De 1 a 9 meses, se observa una mejora en la calidad de vida y una reducción en la dificultad respiratoria durante actividades cotidianas. Al cabo de un año, el riesgo de enfermedad coronaria disminuye. A los 5 años, el riesgo de cáncer de pulmón y de boca se reduce casi a la mitad. Y a los 10 años, los riesgos son similares a los de una persona que nunca ha fumado.
Consulta con tu médico de familia para controlar estos dos factores de riesgo y evitar el consumo de tabaco y alcohol.